Crianza en equipo: Historia de un papá que decidió portear desde el nacimiento de su hijo
En una sociedad donde aún predominan estereotipos sobre los roles parentales, la historia de Julián, un padre colombiano que decidió asumir una crianza en equipo, marca un hito transformador. Desde el momento en que supo que sería padre, Julián sintió que debía involucrarse activamente en cada etapa del desarrollo de su hijo, y una de las decisiones más importantes que tomó fue portear desde el nacimiento.
¿Qué es portear y por qué importa?
Portear es el acto de llevar al bebé cerca del cuerpo del cuidador, usualmente utilizando fulares, mochilas ergonómicas o bandoleras. Aunque tradicionalmente se asocia con la figura materna, cada vez más padres, como Julián, descubren sus múltiples beneficios: fomenta el apego seguro, regula el sistema nervioso del bebé, y permite una participación activa del padre desde los primeros días.
“El contacto constante con mi hijo mientras lo porteaba me permitió conocerlo profundamente. Cada gesto, cada necesidad, cada emoción… Aprendí a leerlo y a responder con amor”, cuenta Julián.
Rompiendo estereotipos: el rol activo del padre
En una cultura donde muchas veces los padres han sido relegados al papel de proveedores, la historia de Julián nos invita a repensar el concepto de crianza en equipo. Para él, estar presente no significaba solo ayudar “cuando se podía”, sino asumir una corresponsabilidad desde el primer día. Esto incluyó tomar turnos en las noches, aprender sobre lactancia, asistir a controles médicos y, por supuesto, portear a su bebé.
“Me miraban raro en la calle al verme con el fular. Algunos pensaban que estaba ‘ayudando’ a mi esposa, pero no entendían que era parte activa del proceso. No era un favor, era mi rol como padre”, afirma Julián.
El porteo como herramienta emocional y práctica
Portear desde el nacimiento permitió a Julián establecer un vínculo inmediato con su hijo. “Hubo momentos en los que mi bebé solo se calmaba conmigo. Sentir su calor en mi pecho, su respiración, su ritmo… era casi mágico”, relata. Además, esta práctica no solo ayudó al bebé, sino también a él, que encontró en el porteo una manera de gestionar el estrés de la paternidad.
De hecho, estudios recientes indican que el porteo beneficia también la salud mental de los cuidadores. Julián menciona cómo, al caminar con su bebé, podía reflexionar, meditar y, en ocasiones, simplemente disfrutar del silencio y la conexión.
La corresponsabilidad empieza desde el embarazo
La decisión de Julián de criar en equipo no comenzó en el parto, sino desde el embarazo. Acompañó a su pareja en cada ecografía, participó activamente en las decisiones sobre el parto y se educó sobre crianza respetuosa. Este enfoque proactivo les permitió establecer una base sólida como familia.
“No es suficiente con estar ahí físicamente. Criar en equipo significa también estar emocionalmente presente y comprometido”, afirma Julián.
En este camino, descubrieron el apoyo de otras familias con ideologías similares. Asistieron a talleres, leyeron libros y se dejaron guiar por especialistas en porteo y apego. Incluso conocieron espacios valiosos como los promovidos por doulas en ciudades como Bucaramanga. Si estás interesado en explorar este acompañamiento, puedes conocer más sobre el rol de la doula en Bucaramanga, una figura clave en procesos de parto y postparto humanizados.
Un camino lleno de aprendizajes (y desafíos)
Aunque el camino fue profundamente gratificante, no estuvo exento de retos. Julián se enfrentó a críticas familiares, comentarios machistas y la falta de representación de padres porteadores en los medios. Sin embargo, cada paso lo reafirmaba más en su decisión.
“Hubo días difíciles, claro que sí. Pero saber que estaba construyendo un lazo irrompible con mi hijo, que estaba dando un ejemplo de amor y respeto, hizo que todo valiera la pena”, dice con orgullo.
Impacto en la dinámica familiar
La crianza en equipo también trajo beneficios para la pareja. Al compartir responsabilidades, se redujeron tensiones, se fortaleció la comunicación y ambos pudieron disfrutar de momentos de descanso y autocuidado. Julián y su pareja aprendieron a apoyarse mutuamente, valorando el rol de cada uno sin jerarquías.
Incluso adoptaron nuevas prácticas que les ayudaron a gestionar mejor el estrés, como el uso de cigarros herbales para madres jóvenes, una alternativa natural para momentos de relajación y conexión consciente.
Un mensaje para otros padres
Julián desea que su historia inspire a otros padres a involucrarse más allá de lo convencional. “No esperen a que les pidan ayuda. Involúcrense, aprendan, equivoquense, pero estén presentes. Portear fue mi puerta de entrada a una paternidad activa y amorosa”, concluye.
“El amor no es pasivo. Se construye con actos, con presencia y con compromiso diario”, dice Julián.
Conclusión
La historia de Julián es testimonio de que la crianza en equipo no solo es posible, sino profundamente transformadora. Portear desde el nacimiento fue su forma de decir “aquí estoy”, y ese gesto, aunque parezca simple, tiene un impacto inmenso en la vida de un hijo.
A través de esta vivencia, queda claro que un padre también puede nutrir, sostener y acompañar con la misma entrega que una madre. La paternidad, cuando se asume desde el amor y el respeto, es revolucionaria.