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A pesar de ser un hecho más frecuente de lo que suele imaginarse, se conoce muy poco en cuanto a la afectación emocional y psicológica, tanto para la madre y el padre que deben enfrentarlo. Es frecuente darle un manejo de forma silenciosa por parte de la mujer. Sin duda es difícil afrontar el duelo de alguien a quien “no se conoció”, de quien se tuvo una existencia fugaz y fue más que nada sustentada por la mujer, en cuyo cuerpo latía su corazón.
¿QUÉ ES EL DUELO GESTACIONAL PERINATAL?
Sin duda que cuando una mujer desea ser madre, en su corazón y su ser ya siente ese latido, su imaginación la ubica sosteniendo el futuro fruto de su vientre, ya antes de su embarazo vive en sí un sentimiento grande por alguien que aún está por llegar. Así que ello, ha provocado en su cuerpo y en su sique todo un remolino de emociones que de llegar a interrumpirse puede provocar ciertos desequilibrios.Y vendrá acompañado de estados de tristeza, desconsuelo, sentirse incomprendida, sola; todo un remolino de sensaciones de desasosiego que le restan como mujer y como madre. Intentaremos abordar de forma descriptiva estos momentos y estados para acercarnos a la comprensión de los mismos.
La culpa se presenta con expresiones de poder haber mejor las cosas, ideas que nos dicen que todo se pudo haber evitado, la mujer sentirá culpa hacia su cuerpo, exigiéndose más sobre él, todo esto es algo subjetivo y personal que puede conducir hacia la frustración y un recogimiento mayor de no ser enfrentado de la manera apropiada.
Las “marcas” tanto emocionales como físicas que se presentan pueden ser subsanadas sabiendo que es posible tener una nueva condición de embarazo; en medio del desconsuelo que se tiene es importante mirar más allá en el tiempo, no se trata de evadir y esconder el dolo que tiene la mujer en ese instante de pérdida, ni crear un “reemplazo” inmediato con otro embarazo; sino reconocer que puede retomar el vuelo y darse otra oportunidad. No es que el siguiente hijo llene o reemplace al no nacido; es más bien el quererse y recuperarse para prepararse a una nueva oportunidad.
De la misma manera es importante abordar un “momento de despedida”, pues en proceso de duelo gestacional, donde sin duda un funeral no ha sido posible, puede hacerse un acto simbólico del mismo, bien a través de una palabras, un momento de recogimiento donde se siembre un árbol, un detalle con objetos que nos permitan remembrar a ese pequeño ser que no nacido. Quizá poner un nombre y permitir de esa manera cerrar ese momento de una forma más cercana.
El eje central en este duelo es la mujer pero es claro que debe estar integrado el padre y, si es el caso, hermanos. Más que nada la función del padre es un apoyo total hacia la madre y donde él también halle su espacio para sanar el duelo, compartiendo sus sentimientos.
De total importancia manifestar todas las emociones y necesidades al respecto, para que ello conduzca a aceptar de forma justa la realidad que se está enfrentado, sanándola y abriéndose a las nuevas oportunidades.
DUELO GESTACIONAL PERINATAL
Es un proceso que pude llevar de días a años, cada persona deberá asumirlo y dar a ello según su ser. El tiempo y espacio será abordado desde las mismas capacidades y necesidades, el duelo se irá asumiendo para enfrentarlo y sanarlo, aprendiendo en medio de la nueva realidad.Haremos mención de algunos consejos a tener en cuenta en este momento: Escuchar a la persona, lo mismo que escuchar su silencio si así lo prefiere. No juzgarle sus emociones e interpretaciones, hay que saber comprenderle. No ser abruptos en cambiar el tema. Acompañar en el dolo sin afán. Permitirle llorar. No traer el futuro como salida rápida. Dar un acompañamiento con empatía, no apresurarse a dar consejos. No forzar el consuelo con ideas positivas sobre el suceso, hay que darle momento al duelo.
Es cierto que estamos llevando un ritmo de vida agitado y veloz que no permite darnos un espacio y tiempo justos para enfrentar estos momentos. Es por eso que cuando sucede no se hable o se toque el tema con la profundidad que merece, negando el duelo, sin sanar la herida de dicha perdida. Y la forma apropiada de superarlo es vivirlo como tal, llorándolo, sin atajos. De esa manera es que se sana un corazón.
REFERENCIAS 1. Bacci, P. (2010). La muerte y el duelo en la hipermodernidad. Revista Querencia, (13). 2. Claramunt, M.; Álvarez, M.; Jové, R. y Santos, E. (2009). La Cuna Vacía. El doloroso proceso de perder un embarazo. Madrid, España, La Esfera de los Libros S.I.