El porteo fortalece la relación desde los primeros días hasta el primer año
Desde el nacimiento, los bebés necesitan cercanía, contacto y amor constante. En este contexto, el porteo ha demostrado ser una herramienta poderosa que no solo proporciona seguridad física y emocional al bebé, sino que también fortalece el vínculo con quien lo lleva. A menudo se asocia con las madres, pero esta historia busca romper estereotipos mostrando cómo un papá soltero encontró en el porteo una forma de conectarse profundamente con su hijo.
Un comienzo inesperado
Mi nombre es Andrés, y esta es la historia de cómo el porteo fortaleció la relación con mi hijo Matías desde el primer día que llegó a mi vida. Nunca imaginé que sería padre soltero. Cuando la madre de Matías decidió que no podía continuar con la maternidad, me encontré de pronto con un recién nacido en brazos, muchas dudas y un amor inmenso que no sabía cómo canalizar.
“El porteo no solo fue una herramienta, fue un salvavidas emocional. Me permitió cuidar, amar y entender a mi hijo desde su respiración hasta su llanto más leve.”
Descubriendo el porteo
Al principio, como muchos hombres, no conocía los beneficios del porteo ergonómico. Pensaba que era una práctica exclusiva de las mamás, pero una amiga me habló de los fulares, mochilas y bandoleras. Fue entonces cuando descubrí un artículo que cambió mi percepción: El fular como herramienta para la conexión emocional. Aprendí que portar no era solo cargar, era acoger, estar presente, responder y crear un puente de afecto.
Los primeros días: aprender a confiar
Portar a Matías desde sus primeros días fue un reto. Aprender a amarrar el fular me llevó más de una semana. Pero con cada intento, con cada contacto piel con piel, sentía que nuestro vínculo emocional se fortalecía. El llanto disminuía cuando lo acercaba a mi pecho, su respiración se regulaba, y ambos sentíamos paz.
“En las noches más difíciles, cuando el sueño no llegaba, el porteo era mi refugio. Caminaba con él por la sala, susurrándole cuentos y canciones, y eventualmente se dormía en mi pecho.”
Un año de conexión profunda
Durante el primer año, el porteo se convirtió en parte de nuestra rutina diaria. Caminatas al parque, visitas al pediatra, incluso mientras cocinaba o hacía la compra. No era solo práctico, era transformador. Aprendí a leer sus señales, a responder a sus necesidades antes de que llorara, y a sentir que, a pesar de mis miedos, lo estaba haciendo bien.
Rompamos los estereotipos
Uno de los aspectos más difíciles fue enfrentar los prejuicios. Muchos me miraban con sorpresa, otros con dudas. “¿Tú lo portas?”, preguntaban incrédulos. Pero aprendí que el porteo no tiene género. Es una forma de amor que no distingue entre madre o padre, solo requiere presencia, dedicación y entrega.
Recuerdo haber encontrado consuelo en comunidades de crianza respetuosa y artículos como Crianza en equipo: el rol del padre en el cuidado diario. Me hicieron entender que no estaba solo y que mi experiencia también podía inspirar a otros hombres a involucrarse activamente desde el inicio.
El porteo como escuela emocional
El porteo me enseñó a estar presente. En un mundo donde se valora la productividad y la distancia emocional, llevar a mi hijo junto a mí fue un acto de resistencia. Fue también una escuela emocional: aprendí a regular mis emociones, a cultivar la paciencia y a sintonizarme con el lenguaje no verbal de mi bebé.
“Ser padre soltero no fue una elección, pero sí fue una oportunidad para amar con todo mi ser. El porteo me dio las herramientas para hacerlo de forma real, constante y amorosa.”
Consejos para otros padres
Para quienes están comenzando este camino, les comparto algunos consejos desde mi experiencia personal:
- Confía en ti. No necesitas ser perfecto, solo estar presente.
- Practica con paciencia. Aprender a portear lleva tiempo, pero vale cada esfuerzo.
- Busca apoyo. Existen comunidades, talleres y guías que pueden ayudarte.
- Haz del porteo una experiencia compartida. No es solo para los bebés, también transforma a los padres.
Más allá del primer año
Aunque Matías ya camina, aún lo porteo de vez en cuando. No por necesidad, sino por placer. Es nuestro momento, nuestra burbuja. Sé que un día dejará de caber en el fular, pero el lazo que creamos gracias al porteo perdurará por siempre.
Hoy miro hacia atrás y agradezco cada instante en que lo llevé sobre mi pecho. El porteo fortaleció nuestra relación desde los primeros días hasta su primer año y mucho más allá. Fue nuestro idioma, nuestra forma de estar juntos, y el cimiento de una crianza basada en el amor, el contacto y la presencia.
“Ser padre soltero es un desafío, pero también una oportunidad de amar sin reservas. El porteo fue mi mayor aliado en ese camino.”
Una invitación a otros padres
A ti, padre que estás leyendo esto: atrévete a portear. No importa si nunca lo has hecho. No importa si te sientes inseguro. El porteo es mucho más que una técnica; es una forma de conexión que te permitirá conocer a tu hijo en una dimensión profunda. Y créeme, vale la pena.
Porque al final del día, no se trata solo de cargar a un bebé. Se trata de cargar sueños, emociones, miedos y amores. Se trata de construir un lazo que, como el nudo del fular, permanece firme, incluso cuando todo lo demás cambia.